jueves, 17 de noviembre de 2011

nocturno


A veces pienso que te hubiese dejado ahí, en esa escala del tiempo, siendo ese "tú" que eras en aquel momento. Ese que pedaleaba delante de mí, aquel que tocaba con la palma de su mano las hierbas y los trigales. Ese que yo veía desde atrás, al que tuve que gritarle que me ayudará cuando me caí de la bicicleta porque no fuiste capaz de darte cuenta que me habías dejado atrás, mis piernas no tenían fuerza, yo era débil y tu podías hacerlo todo, aquella tarde no te diste cuenta que mientras tú subías yo sucumbía, y sencillamente era porque tú ya no me veías.
                  
El que subió la cuesta de ese puente sin problemas, ese es el que deberías de ser ahora, porque aquel hombre que yo veía desde atrás era un hombre libre. Yo por el contrario estaba amagada a un pasado que quería extender en mi presente. Estaba metiéndome con calzador en un sitio en el que no tenía cabida.

Ahora tu estás encadenado a tu idea de que no puedes cambiar el curso de tu presente.
No diré más de ti, pues no tengo derecho a hacerlo pues nada hay en mí de ti, ni nada hay de ti en mí ahora, tampoco intentaré explicarme porque esta deformada tu visión. Haciendo que tu acción se vea mermada por tu modo de ver las cosas. Sólo deseo ¡en verdad! que seas capaz de liberarte, espero que algún día puedas perdonarme y deseo desde lo más profundo de mi ser que puedas salir de ese sitio que no te permite ver la increíble luz del sol que se esconde tras esa niebla que cubre tus ojos.

domingo, 6 de noviembre de 2011

"Quizás te contagies a través de las lágrimas".

Ella sabía, se daba cuenta al salir a la calle que esto no estaba funcionando bien, que todo a su alrededor estaba desintegrándose.
Ella sabía que era invisible para todos, como lo es un perro sarnoso, tuerto, ciego y perdido en la calle, igual a un niño de la calle infestado de profunda tristeza. Hambrientos, drogados, infinitamente solos y desesperanzados en un crucero.
Ella lo sabía, ella lo sabía.

Melissa Ortiz.