viernes, 11 de febrero de 2011

Burundanga me dió anteayer:


A veces me ocurre que de tan cansada de ver que en esta batalla que llamamos vida siempre lo malo resulta ganando, no puedo evitar sentir como se escapa de mí hasta la más mínima voluntad de seguir.


Es horrible dejar de creer que existe un lugar en este mundo para mí, me refiero a que la sensación que surge en mí, es que me resulta extenuante tratar de abirme paso en este mundo.


Algunas ocasiones de tan perdida que me siento, es como si todo mi yo fuera una especie de sombra o fantasma que no significa nada para nadie, y veo a mis gatos y sé que nosotros y ellos somos una especie de manada. Y aquí estoy inventando el modo de salir a flote en el día a día, en esta vida que vivimos del modo en que creemos debe de vivirse.
En fin, me sentía perdida, sin ánimos de combatir y justo anteayer que salí de mi casa por la mañana lo vi: un increíble árbol deslumbrándome con su brillo rosáceo aquel día gris. Ahí estaba frente a mí (con anterioridad lo he bebido un par de veces, pero de eso hace más de un año ya), y de algún modo llevaba días buscándolo por las calles en mi bicicleta. Y helo aquí a unos metros vive y yo no lo había visto pues él no había florecido. Así que para no sucumbir ante este nuevo malestar mental, psíquico y emocional tuve que pedirle a este árbol que me contará cuál es el secreto que debo de seguir.


Su trato fue amable, aplacó mi violencia contenida durante estos días, últimamente sentía que iba a estallar, mejor dicho, que iba a implosionar. Es fuerte (como el regaño de mi madre), como lo puede ser un ente lleno de escopolamina, hiosciamina y atropina; pero en ningún momento sentí que me condujera a un sitio malo, incluso sonreí al intentar hablarle a mi hermana sin poder conseguir despegar la lengua en mi boca y sin poder articular ni una sóla palabra. Al día siguiente todo empezó a presentarse suave y de buen ánimo frente a mí.


Sin embargo, es cuando empiezo a estar consciente de que su efecto me está abandonando poco a poco, que reconozco que es justo en ese momento en el que siento una gran angustia pues no sé si saldré de su encanto bien librada.

Da miedo que los ojos no puedan adecuarse del todo a ver este mundo, lo interpreto como una negación de mi parte a ver este mundo cansado de la especie humana, pero le agradezco el impulso que me ha regalado.