jueves, 26 de marzo de 2009

Meli nirásti Édunguni

Quisiera saber tantas cosas de ti, quisiera. Quisiera saber qué te paso en tu ceja izquierda, pero al mismo tiempo no quisiera saberlo de manera abrupta y repentina. Pues tengo un corazón débil que no podría sobrevivir esa intensidad de nuevo, quiero desentrañarte poco a poco.
Sé lo que me gusta, sentir tu andar junto al mío, sentir tu presencia en mi vida, escuchar tus frases (¡qué increíbles!) y soltar la risa que siempre haces se me escape.
Me gusta sentir cómo el tenerte cerca me invade de todo ese dharma interno que fluye en mi cuerpo, ¡en mi mente! y me hace creer que puede ocurrir lo mejor posible.
Haces que quiera creer, haces que quiera continuar.


La pangloss.
9 de Marzo del 2009.

sábado, 21 de marzo de 2009

Se detiene el tiempo:

No había chico más insolente, ni más reservado que él. Fontaine daba la impresión de estar calificado para acceder a un estadio superior de la vida, de tener las manos metidas en el corazón de la realidad, mientras el resto de nosotros todavía estábamos aprendiéndonos citas de memoria y mendigando aprobaciones. Pese a que seguía sacando los libros del armario, todos sabíamos que no eran más que puntuales y que no estaba destinado a la sabiduría sino al capitalismo, como ya auguraban su tratos con la droga.

Sin embargo, Trip jamás olvidaría aquella tarde de Septiembre, cuando ya habían empezado a caer las hojas de los árboles. Al entrar a la escuela se encontró con el señor Woodhouse, el dierctor, que se acercaba por el pasillo. Trip ya estaba acostumbrado a topar con personas importantes cuando estaba puesto y, según nos aseguró, nunca se sentía paranoico por eso. No sabía explicar por qué la visión del director, con sus pantalones anchos y sus calcetines amarillo canario, hicieron que se le acelerase el pulso y comenzara a sudarle la nuca. El hecho fue que, con gesto imperturbable, Trip se coló a la primera clase que encontró.

Al sentarse no vio una sola car, no vio profesor ni alumnos y lo único que percibió fue una luz celestial que iluminaba el aula, un fulgor anaranjado que provenía del follaje otoñal. Era como si la clase se hubiera llenado de un líquido dulzón y untuoso, una miel casi tan ligera como el aire que inhaló.
El tiempo parecía transcurrir más lentamente y en el oído izquierdo percibió el campanilleo del Om cósmico con la claridad de un timbre de teléfono. Cuando le sugerimos que posiblemente estos detalles estaban relacionados con el mismo THC de su sangre, Trip Fontaine levantó un dedo en el aire y aquélla fue la única vez que le dejaron de temblar las manos durante todo el tiempo que duró la conversación.

- Sé muy bien que es estar colocado- dijo - pero esa vez era diferente.

Bajo aquella luz anaranjada, las cabezas de los alumnos parecían anémonas de mar que ondulasen dulcemente y el silencio de la clase era como el del lecho del oceáno.

- Cada segundo es eterno- nos dijo Trip al describirnos cómo, cuando se sentó en su pupitre, la chica que tenía delante se dio la vuelta y lo miró sin razón aparente.

No había podido decir si era guapa o no porque lo único que vio fueron sus ojos. El resto de la cara -sus labios carnosos, la rubia pelusilla del cutis, la nariz con las ventanas rosas y translúcidas- se dibujó vagamente mientras los ojos azules lo levantaban como una ola marina y lo mantenían en suspenso.

- Fue el punto fijo de un mundo que giraba- nos dijo, citando a Eliot, cuyos poemas completos había encontrado en la biblioteca deL centro de desintoxicación.

Aquella Lux Lisbon seguiría mirándolo durante toda la eternidad y Trip Fontaine le devolvería la mirada. El amor que Trip sintió en aquel momento por ella fue más auténtico que todos los amores que vendrían después porque sobreviviría a la vida real y seguía atormentándolo incluso ahora en el desierto, con su belleza y su salud arruinadas por completo.

- Nunca se sabe qué desencadenará el recuerdo-, nos dijo-. Puede ser cualquier cosa: la cara de un niño, el cascabel en el collar de un gato...

Jefrey Eugenides
Vírgenes Suicidas.

domingo, 15 de marzo de 2009

Si el mundo seguirá cayendose a pedazos pero yo...

Mañana me lanzo a escuchar a radiohead. Eso es lo único que puedo decir, no espero nada, no he imaginado nada. Haré un par de preparativos, haré mis respectivas flexiones y prepararé todos los aditamentos para (supongo que lo será) un buen viaje sonoro. Pretendo zapatearle duro, largo y tendido. Y prometo ofrecer mis impresiones posconcierto.

sábado, 14 de marzo de 2009

Y todo se derrumbará ante nuestros propios ojos.



Dicen llamarse Homo Sapiens Sapiens,
(aunque ello puede conducir a engaños,
pues en su inmensa mayoría son necios
usando crueles sus erróneos cálculos.)
E. M.


Todos se odian y todos se matan, nadie vive feliz en este maldito cautiverio. Y empiezo a tener miedo de lo que mis ojos están viendo. Porque todo se ha convertido en un torbellino descontrolado que cada vez más se vuelve más violento.

Y quisiera quedarme para siempre sentada a la sombra de este viejo árbol, pero no puedo porque pese a todo algo dentro de mí no me permite quedarme ahí. No puedo quedarme al margen mientras este mundo se cae a pedazos, surge dentro de mí una imperante necesidad por hacer algo, y yo en verdad no comprendo a este cuerpo que insiste en hacer algo. Tengo deseos de sentarme a llorar por todo lo perdido y por todo lo dañado pero de nada serviría. Mejor olvido esas ganas de sucumbir y las mando lo más lejos posible pues ¡quiero vivir!, quiero vivir pese a que sé que mis acciones no podrán enmendar todo lo malo pero quiero vivir, quiero intentar hacerlo sin lamentar la situación actual.

Busco paz para mi corazón que vive indignado y que además teme que lo que han visto mis ojos aún no ha sido lo peor.
Y sí, la verdad es que cada vez tengo más y más miedo.
La pangloss.


Sway With Me

sway with me, everything sad --
madmen in stone houses
without doors,
lepers steaming love and song
frogs trying to figure
the sky;
sway with me, sad things --
fingers split on a forge
old age like breakfast shell
used books, used people
used flowers, used love
I need you
I need you
I need you:
it has run away
like a horse or a dog,
dead or lost
or unforgiving.

Charles Bukowski