Tú me malcriaste mucho, fui tu pequeña princesa en tu feo castillo.
Sólo tú me hiciste los mejores dibujos, las mejores canciones y los mejores platillos.
Podíamos ser como dos niños y salir a perdernos en nuestras bicicletas todo el día encontrando nuevos caminos haciendo nuevos recuerdos y jugar a ser adultos y meternos en los museos.
Podíamos ser sinceros sin herirnos y confesarnos con quien queríamos encamarnos sin herir susceptibilidades. Podríamos tener esa complicidad de contarnos todo, lo bueno, lo malo , lo feo, lo oscuro y lo bello.
Estimado fantasma de mi pasado, tú me malcriaste mucho me hiciste acostumbrarme a ser la luz más brillante en tu cielo.
Nuestro período de esplendor fue tan bueno pues me acostumbré a vivir los días colmada de amor, besos y abrazos imprevistos.
Supongo que merezco lo que tengo ahora, y también creo que es natural que al final todo se transforma incluso el amor empieza a descomponerse con el tiempo.
Esta carta es un gracias querido fantasma de mi pasado, espero que estés bien en donde quiera que estés.