domingo, 22 de febrero de 2009

She came and gave to me a lot of peace

Nunca había sido amable con ella (ya la había visto en otras ocasiones), ni siquiera la había volteado a ver en otras ocasiones, cuando de la manera más austera posible le decía: "No gracias". Pero esta vez fue distinto, ella se acercó y yo me quede ahí, le compré una mermelada: "sin conservadores" me dijo, le creo, le creí total y absolutamente (¡además recicla sus frascos!).

Ella me miró a los ojos, ella se metió en mis ojos. Algo hizo en mí, porque después de que se fue me sentí tan llena de algo. Una mujer, no cualquier mujer, una monja, alguien que ha consagrado su vida a todo lo demás menos a sí misma, hablo conmigo, una mujer que vive y ama a un dios en el que yo no creo, ama a un dios del modo en que yo no puedo, cree conocerlo de un modo en el que yo tampoco he podido, y pese a todo ella se metió en mis ojos. Ella no puede entender (o al menos eso creo yo) el modo en el que percibo mi existencia en este mundo, mi origen, el profundo respeto que siento por cada pequeño átomo que conforma esta tierra, estos árboles, no puede entender ni saber de qué manera observo el cielo, ese amor , esa inexplicable emoción que siento al saber que yo también pertenezco a eso.
Algo hizo en mis ojos, hable con ella como si la conociera de por vida, hable con ella del modo más sincero posible sin proponérmelo, ¿Por qué me sentí tan en paz después de que hablamos?, ¿Por qué pese a lo diferente que eramos sentí que me entendía tanto?, ¿Pero sobre todo, por qué me ha dicho que espera que mi camino me conduzca a la verdad?
La pangloss.