jueves, 9 de julio de 2009

mi tía silvia era como una especie de curandera que a todos ayudo menos a sí misma y fueron muchas personas a despedirla

Estaba solo sobre la arena. Solo. Ella no pensaba en mí. Al ver esa inmensa soledad delante de mí, y aquella otra soledad, más terrible aún, me eché a llorar como un niño pues cerca de mí, a unos pasos, estaba ella, detrás de esas paredes que yo devoraba con la mirada.


Ella se enamoró de él, él se fue, ella no volvió a conocer a ningún hombre de nuevo. No sé si fue su decisión realmente o en verdad no pudo, o en verdad no quizo volver a entenderse con ningún hombre. Cualquiera de las dos posibilidades me parecen igual de fatales.

Ella ya no podía volver a amar de nuevo pues todo su interior estaba deshecho, ella siempre vivió con la gran interrogante: ¿Qué fue lo que ella hizo para que él se alejara de tal modo de ella?, así vivió su vida, tal vez nadie al verla pensaría que eso era lo que a ella le aquejaba, sin embargo, en plena agonía ella lo llamaba pero él jamás volvería a venir.

Ella que ayudo tanto a todos vivió guardando eso tan triste que llevaba dentro y que jamás pudo dejar atrás porque ese amor que ella llevaba dentro nunca murió.

Antes de entrar en coma ella creyó que eran los labios de aquel quién la besaban, era su hijo en realidad quién lo hacía. Era el producto de su amor quien en su delirio la hacía sentir querida, supongo que el tiempo al menos para ella debió de verse totalmente modificado. Estoy segura que para ella en ese momento era él quién llegaba a casa y la besaba.

"¿Por qué te fuiste ella preguntó?", no hubo respuesta sólo ese beso que describo que tanto la reconforto, así debió de haber sido pues después de eso sólo así ella pudo irse tranquila, tranquila al fin.

Espero que ahora si descanse en paz mi tía Silvia a quién todos quisimos tanto.

8 de Julio del 2009.

Imagen de: http://www.myspace.com/bernard_soma

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ningún hombre merece un amor tan incondicional, pero muchísimo menos alguien que abandona a su mujer. Pero lo mismo que hay mujeres extremadamente díscolas y frívolas, también las hay extremadamente fieles y masoquistas. Al estilo de Madame Butterfly... O la tía de Melissa.

En la Luna está. Yo la he visto. Había unos niños que jugaban a su alrededor y le hacían olvidar sus tristezas. Y sonreía de una forma tan abierta, que sin duda así era.

También yo perdí a la hermana de mi madre recientemente. En junio. Llevaba seis años con cáncer de mama y se le extendió a los pulmones. Hasta el final conservó el ánimo. Y la maldad, porque en el quirófano mataba el tiempo criticando a su familia, como hizo siempre, antes incluso de enfermar. El zorro pierde antes el rabo, que las costumbres...

Lo siento por tu tía. La mía me da tristeza, pero ahora no está en la Luna como la tuya, sino en Marte, con los marcianos, que tienen un carácter mucho más... afín.

Gracias por compartir. La ternura, sinceridad y melancolía que hay en este texto, me hacen olvidar la prepotencia de otros. Incluso la mía propia.

D. dijo...

Pamela es algo muy triste lo que contás, y aunque el mundo está poblado de estos hochos, lo cierto es que ocurrió muy certa tuyo.
Algo de lo que dice Elio Milay me hace recordar a esa fábula sobre la Luna, muy antigüa, en la cual los hombres creían que todos los besos dados y perdidos, los suspiros, los amores no correspondidos, las esperanzas no realizadas y todo aquello que los hombres y mujeres deseaban y no cumplian, se iban a la Luna para cuando uno la mirara, fueran recordados y no se perdieran y supieramos que allí seguían.
estando.
Algo en mi rechaza la realidad de la vida cotidiana con la historia de Silvia, y me hace pensar que en cierto modo cuando mires la luna sabrás que la podés imaginar feliz, plena y en cierto modo inolvidable.