jueves, 17 de julio de 2008

De Wilhelm Reich:

- La historia de la sociedad humana nos enseña que la institución matrimonial no es natural, sino que desde un principio se fue constituyendo en la misma medida en la que el desarrollo de la propiedad privada iba progresando y también que la relación social entre dos personas se transformó en una relación mercantil.

- La función política (del matrimonio), es la menos conocida pero no por ello la menos importante: es la columna vertebral de la familia burguesa, estructurada a imagen y semejanza del Estado.
En el seno de la familia, el niño empieza ya muy pronto a absorber la ideología burguesa. En esta fabrica de ideología burguesa que es la familia, aprende el niño desde su más tierna infancia a humillarse ante la imagen del padre; modelo de toda posterior autoridad. Una juventud dependiente y reprimida por la unión familiar es el presupuesto de los "honrados burgueses". Vemos por el contrario que los jóvenes revolucionoarios son los que se separan más y más de la unión familiar.

- La prostitución constituye un embrutecimiento de la vida sexual en sí mismo, puesto que en primer lugar el amor, que como todas las otras cosas en la sociedad capitalista se convierte en una mercancía, y la ternura de las relaciones amorosas, quedan excluídas por completo en el trato con las prostitutas.

LA EXCITACIÓN SEXUAL.

El hombre síquicamente sano sufre en periodos de tiempo más o menos regulares una excitación y tensión internas que están ligadas al deseo de establecer relaciones sexuales. La esencia y fundamento de esta excitación y tensión sexuales no han sido aún científicamente aclarados.

La teoría mejor fundamentada es la que dice, que por el cuerpo humano circulan materias químicas inicialmente segregadas en los testículos del hombre y los ovarios de la mujer, pero que también son segregadas por otros órganos (glándulas de secreción interna) y que son estas materias químicas las que producen tanto la tensión corporal como el deseo síquico de satisfacción sexual, es decir, de relajación de esta tensión.

En caso de que no existan perturbaciones en el desarrollo corporal y síquico la excitación se produce predominantemente en los órganos sexuales. Esta excitación se manifiesta en el hombre por la erección del pene, con o sin motivación externa, y en una especial sensación en los órganos sexuales comparable a un agradable picorcillo.
También en la mujer se producen parecidas reacciones, la vagina se humedece, afluye abundante sangre a los órganos sexuales y siente un fuerte picor en el clítoris. Todos estos fenómenos dependen de la excitación de los nervios, que ensanchan los vasos sanguíneos en los órganos sexuales, por lo que se produce la congestión sanguínea, la secreción de un líquido para suavizar los roces y la sensación de tensión.

En el período de la maduración sexual, aproximadamente entre los 12 y 15 años, estas circunstancias incitan al frotamiento y rozamiento de los órganos sexuales, es decir, a la llamada masturbación (onanismo). La excitación no se produce exclusivamente en los órganos sexuales (sino que se extiende por todo el cuerpo, por los lugares especialmente sensibles a la excitación sexual, las llamadas zonas erógenas".
Además de los órganos sexuales, constituyen zonas erógenas la piel de la espalda, la parte inferior de las nalgas, los pezones (especialmente en la mujer), la zona alrededor del ano, los labios y los lóbulos de las orejas. Se puede decir que no existe apenas ninguna zona de la piel de la que no se puedan despertar impulsos sexuales más o menos fuertes. La excitabilidad de estas zonas erógenas es diferente en cada persona. Cuando no se es consciente de la naturaleza de este estado de cosas, surgen en el estado de excitación sexual todo tipo de fenómenos síquicos, cuya verdadera causa es comprendida por pocos. En caso de que la tensión sexual no sea satisfecha en uno u otro momento por medio de un coito, o una masturbación si faltase compañia sexual; la excitación degenera en un estado de ánimo que generalmente se califica de "nervioso". Se produce un desasosiego, una intranquilidad que llega facílmente a perturbar la vida profesional o cualquier ocupación en la que nos hallemos. No puede uno concentrarse en sus pensamientos, no podemos permanecer tranquilamente sentados en un sitio, se siente en uno mismo el violento afán por hacer cualquier cosa, pero rapidámente nos llegamos a convencer de que nada nos sirve la nueva actividad que hemos comenzado. Se hace uno facilmente irritable, se reacciona ante motivos pequeños con rabiosos ataques - o en general las mujeres- con lloriqueos, sin que para ello se pueda alegar ningún motivo.

Todo esto da lugar a situaciones angustiosas y con ello surgen las palpitaciones cardíacas, falta de sueño y dolor de cabeza, ligeros agotamientos y sensaciones de calor y frío, son con frecuencia los primeros síntomas de una enfermedad síquica, que empieza como consecuencia de una vida sexual perturbada.



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