sábado, 12 de noviembre de 2016

12/11/2016

Yo escuchaba mucho a Billie Holiday cuando era joven. Y me parecía conmovedora. Pero no llegué a apreciar lo realmente maravillosa que era hasta después, cuando fui mayor. Lo que significa que después de todo, el envejecimiento tiene algunas compensaciones. En los viejos tiempos, yo escuchaba la música que grabo en los años treinta y principio de los cuarenta. Durante esos años, su voz era fresca y juvenil, y ella producía una canción detrás de otra, la mayoría de las cuales fueron reeditadas por Columbia Records en los Estados Unidos. Rebosaban de imaginación y vuelos acrobáticos de canto. El mundo entero se balanceaba a su ritmo. Lo digo en serio, el planeta se mecía de verdad. No estoy exagerando. Estamos hablando de magia, no solo de arte. El único otro músico que conozco con semejante virtuosidad mágica era Charlie Parker.

Yo no escuchó con tanta atención las grabaciones posteriores de Billie Holiday, su época en Verve, que grabó cuando las drogas habían vuelto áspera su voz y corroído su cuerpo. O tal vez las evité a propósito. Sus canciones de esa era, sobre todo durante los años cincuenta, me parecían dolorosas, opresivas, patéticas. Sin embargo, a medida que atravesé mis treinta años y entré a los cuarenta, me encontré poniendo esas canciones en mi tornamesa más y más a menudo. Sin saberlo yo, estaba comenzando a ansiar esa música, física y emocionalmente.
¿Qué era lo que me estaba volviendo más hábil para escuchar en las canciones posteriores de Billie Holiday, canciones que de alguna manera podríamos catalogar como destrozadas, que antes no podía escuchar?

He pensado mucho en esto. ¿Por qué han ejercido tan poderosa atracción en mí?

Se me ocurrió hace poco que la respuesta podría de alguna manera involucrar la idea del 'perdón'. Cuando escucho las canciones posteriores de Billie Holiday, puedo sentirla extendiendo la mano para abrazar los corazones de las muchas personas que he herido en el transcurso de mi vida y en mi escritura, aquellos que han sufrido mis errores, y atrayéndolos hacia sí. Todo está bien, canta ella para mí. Déjalo ir. Esto no tiene nada que ver con 'sanar'. Yo no estoy siendo sanado en manera alguna. Es simplemente el perdón.

Sé que esta interpretación de la música de Billie Holiday es demasiado personal. Jamás sugeriría que puede aplicarse a todos. Por eso es que recomiendo su magnífica colección de Columbia.
Si tuviera que escoger sólo una canción, sería sin duda 'When You're Smiling'. El solo de Lester Young a la mitad es también un deleite, una obra de genio.
'Cuando tú sonríes, el mundo entero sonrié contigo'.
Y el mundo de verdad sonríe. ¡Puedes no creerlo, pero en verdad brilla!

HARUKI MURAKAMI
 Tres solos de Jazz





sábado, 26 de marzo de 2016

Querido fantasma de mi pasado:

Tú me malcriaste mucho, fui tu pequeña princesa en tu feo castillo.
Sólo tú me hiciste los mejores dibujos, las mejores canciones y los mejores platillos.

Podíamos ser como dos niños y salir a perdernos  en nuestras bicicletas todo el día encontrando nuevos caminos haciendo nuevos recuerdos y jugar a ser adultos y meternos en los museos.

Podíamos ser sinceros sin herirnos y confesarnos con quien queríamos encamarnos sin herir susceptibilidades. Podríamos tener esa complicidad de contarnos todo, lo bueno, lo malo , lo feo, lo oscuro y lo bello.

Estimado fantasma de mi pasado, tú me malcriaste mucho me hiciste acostumbrarme a ser la luz más brillante en tu cielo.

Nuestro período de esplendor fue tan bueno pues me acostumbré a vivir los días colmada de amor, besos y abrazos imprevistos.

Supongo que merezco lo que tengo ahora, y también creo que es natural que al final todo se transforma incluso el amor empieza a descomponerse con el tiempo.

Esta carta es un gracias querido fantasma de mi pasado, espero que estés bien en donde quiera que estés.