jueves, 24 de julio de 2008

I

Creo que encuentro mucho de poético en tu intención de irte a aquella isla. Ya no estoy enojada por tu insistencia en alejarte de mí. Cuando yo estuve también ahí tuve la total sensación de sentirme aislada, todas esas personas tan ajenas logran intensificar aún más esa sensación de saberte un ser desconocido.

Ese es tu deseo, ese es tu deseo y yo no puedo hacer nada al respecto, sin embargo tengo la impresión de que de lo que vienes huyendo no puedes escaparte, sabes que es algo de lo que no podrás escaparte pues es algo que llevas dentro y te resistes a dejarlo ir.

Y eso que llevas dentro no te dejará libre, nunca.

La pangloss

y finalmente vuelvo...

Vuelvo al viejo rincón de donde me sacaste, me parece que no tengo nada que hacer allá afuera, vuelvo a guardarme.
Vuelvo a ser la observadora incansable, la espectadora de los hechos, no más la ejecutante.


¿Bajo qué cielo estará ahora Ryuchiro con su triste libro?, pensé.
¿Qué me enviará la próxima vez? ¿Y desde dónde?
Junto al rumor de un viento lejano y el olor del mar.
De pronto tuve un presentimiento. Tal vez en un determinado momento de su viaje me escriba en una carta lo que no ha conseguido decirme a través de los objetos. Porque es escritor. Y tengo la impresión de que, después de aquella noche, yo soy la única destinataria posible de esa carta.

Espero ese escrito suyo.

[...]

No espero nada romántico. Sólo algo a modo de reparación. Palabras semejantes a respuestas, escritas de la forma adecuada para llenar el vacío dejado por mi hermana. Palabras que posiblemente contengan un mensaje.

Él es el único que puede escribirlas.
Sé que si las leo me ayudarán. Por eso espero ardientemente esas palabras.

Banana Yoshimoto.

viernes, 18 de julio de 2008

Please come back to me...

Repito la frase que se va convirtiendo en una oración, en una invocación.

NOTAS DE HASTÍO

No estás.
Así se ha deshecho nuestra historia.
Han desaparecido
-rosario de burbujas-
pasiones domadas entre
cuatro paredes y
promesas intuidas en mil calles.

Miren Agur Meabe


Siento este vacío dentro de mi cuerpo. Siento esta profunda soledad y al mismo tiempo, este primitivo, ancestral deseo de saber si te encuentras bien.

Ahora ya no puedo llamarte, no es justo para mí (¡mucho menos para ti!) buscarte, yo ya estoy fuera de tu vida, tú ya estás fuera de la mía.

A veces por las noches me acuerdo mucho de ti, de todas y cada una de las cosas que hicimos, me gustaría seguir compartiendo mi vida contigo pero no existe manera de poder compaginar el rumbo que han tomado nuestras vidas.

Y todo se acomoda de una manera muy suave y esta suavidad ha llegado inlcuso a molestarme pues todo luce como si de este modo debió de haber sido todo.
Duelen en la memoria todas aquellas cosas que quedaron por hacer, todos y cada uno de los esbozos de posibles posibilidades que pudieron haber sido, y tengo que aprender a vivir mis días de este modo, sin ti.

jueves, 17 de julio de 2008

Sólo puedo suponer.

Sé que estás ahí, puedo suponer lo que haces, no puedo imaginar lo que piensas, puedo suponer lo que estas haciendo pero no lo puedo saber con verdadera certeza. No sé si lo sepas pero evidentemente nada volverá a ser lo mismo sin ti.

Esta noche yo te siento apoyada en la luz de mi lámpara, yo te siento acodada en mi corazón; un ligero temblor del lado de la noche, un silencio traído sin esfuerzo al despertar de los labios.

Siento tus ojos cerrados formando parte de esta luz; yo sé que no duermes como no duermen los que se han perdido en el mar, los que se hallan tendidos en un claro de la selva más profunda sin buscar la estrella polar. Esta noche hay algo tuyo sin mí aquí presente, y tus manos están abiertas donde no me conoces. Y eso me pertenece ahora; la visión de esa mano tendida como se deja el mundo que la noche no tuvo.
Tu mano entregada a mí como una adopción de las sombras.

José Carlos Becerra. 20 de Diciembre de 1964, México.
(El otoño recorre las islas)

De Wilhelm Reich:

- La historia de la sociedad humana nos enseña que la institución matrimonial no es natural, sino que desde un principio se fue constituyendo en la misma medida en la que el desarrollo de la propiedad privada iba progresando y también que la relación social entre dos personas se transformó en una relación mercantil.

- La función política (del matrimonio), es la menos conocida pero no por ello la menos importante: es la columna vertebral de la familia burguesa, estructurada a imagen y semejanza del Estado.
En el seno de la familia, el niño empieza ya muy pronto a absorber la ideología burguesa. En esta fabrica de ideología burguesa que es la familia, aprende el niño desde su más tierna infancia a humillarse ante la imagen del padre; modelo de toda posterior autoridad. Una juventud dependiente y reprimida por la unión familiar es el presupuesto de los "honrados burgueses". Vemos por el contrario que los jóvenes revolucionoarios son los que se separan más y más de la unión familiar.

- La prostitución constituye un embrutecimiento de la vida sexual en sí mismo, puesto que en primer lugar el amor, que como todas las otras cosas en la sociedad capitalista se convierte en una mercancía, y la ternura de las relaciones amorosas, quedan excluídas por completo en el trato con las prostitutas.

LA EXCITACIÓN SEXUAL.

El hombre síquicamente sano sufre en periodos de tiempo más o menos regulares una excitación y tensión internas que están ligadas al deseo de establecer relaciones sexuales. La esencia y fundamento de esta excitación y tensión sexuales no han sido aún científicamente aclarados.

La teoría mejor fundamentada es la que dice, que por el cuerpo humano circulan materias químicas inicialmente segregadas en los testículos del hombre y los ovarios de la mujer, pero que también son segregadas por otros órganos (glándulas de secreción interna) y que son estas materias químicas las que producen tanto la tensión corporal como el deseo síquico de satisfacción sexual, es decir, de relajación de esta tensión.

En caso de que no existan perturbaciones en el desarrollo corporal y síquico la excitación se produce predominantemente en los órganos sexuales. Esta excitación se manifiesta en el hombre por la erección del pene, con o sin motivación externa, y en una especial sensación en los órganos sexuales comparable a un agradable picorcillo.
También en la mujer se producen parecidas reacciones, la vagina se humedece, afluye abundante sangre a los órganos sexuales y siente un fuerte picor en el clítoris. Todos estos fenómenos dependen de la excitación de los nervios, que ensanchan los vasos sanguíneos en los órganos sexuales, por lo que se produce la congestión sanguínea, la secreción de un líquido para suavizar los roces y la sensación de tensión.

En el período de la maduración sexual, aproximadamente entre los 12 y 15 años, estas circunstancias incitan al frotamiento y rozamiento de los órganos sexuales, es decir, a la llamada masturbación (onanismo). La excitación no se produce exclusivamente en los órganos sexuales (sino que se extiende por todo el cuerpo, por los lugares especialmente sensibles a la excitación sexual, las llamadas zonas erógenas".
Además de los órganos sexuales, constituyen zonas erógenas la piel de la espalda, la parte inferior de las nalgas, los pezones (especialmente en la mujer), la zona alrededor del ano, los labios y los lóbulos de las orejas. Se puede decir que no existe apenas ninguna zona de la piel de la que no se puedan despertar impulsos sexuales más o menos fuertes. La excitabilidad de estas zonas erógenas es diferente en cada persona. Cuando no se es consciente de la naturaleza de este estado de cosas, surgen en el estado de excitación sexual todo tipo de fenómenos síquicos, cuya verdadera causa es comprendida por pocos. En caso de que la tensión sexual no sea satisfecha en uno u otro momento por medio de un coito, o una masturbación si faltase compañia sexual; la excitación degenera en un estado de ánimo que generalmente se califica de "nervioso". Se produce un desasosiego, una intranquilidad que llega facílmente a perturbar la vida profesional o cualquier ocupación en la que nos hallemos. No puede uno concentrarse en sus pensamientos, no podemos permanecer tranquilamente sentados en un sitio, se siente en uno mismo el violento afán por hacer cualquier cosa, pero rapidámente nos llegamos a convencer de que nada nos sirve la nueva actividad que hemos comenzado. Se hace uno facilmente irritable, se reacciona ante motivos pequeños con rabiosos ataques - o en general las mujeres- con lloriqueos, sin que para ello se pueda alegar ningún motivo.

Todo esto da lugar a situaciones angustiosas y con ello surgen las palpitaciones cardíacas, falta de sueño y dolor de cabeza, ligeros agotamientos y sensaciones de calor y frío, son con frecuencia los primeros síntomas de una enfermedad síquica, que empieza como consecuencia de una vida sexual perturbada.



¿Debo?

Debo..., ¡no!...¿Debo escribirlo realmente? ¿Quiero escribirlo?, ¿Servirá de algo si me lo pregunto?, tendrá sentido crear suposiciones. Me parece que esto no me conducirá a alguna parte, mejor dejo de imaginar, será mejor detenerme y acabar con esto.

La pangloss

DESCUBRÍ DOS COSAS:

A) QUE LA MAYORÍA DE LOS EDITORES CREÍA QUE TODO LO QUE ERA ABURRIDO ERA PROFUNDO.

B) QUE YO PASARÍA DÉCADAS ENTERAS VIVIENDO Y ESCRIBIENDO ANTES DE PODER PLASMAR UNA FRASE QUE SE APROXIMARA UN POCO A LO QUE QUERÍA DECIR.


El incendio de un sueño, Bukowski Charles.